Garantes de la huella española en Dajla

«Transmitiendo desde el Monte de las Mesas, en Tenerife». Este mensaje, aderezado con música tradicional canaria, ha quedado grabado en la memoria del saharaui Sidahmeh Brahim Burhi.

Sidahmeh Brahim Burhi.

Sidahmeh lo escuchó cientos de veces. «Así empezaba Radio Nacional de España (RNE) sus emisiones, que llegaban hasta esta orilla desde 1963, a las 6.23 de la madrugada». Este abogado de 60 años es secretario general de la Asociación Río de Oro, que trabaja para recuperar la cultura española en Dajla (Sáhara Occidental).

Recuerda que la ciudad se construyó en 1942; aunque los primeros españoles llegaron «en sus galeones» en 1884, bautizaron la ciudad como Villa Cisneros en honor al inquisidor cardenal, y edificaron el fuerte bajo las órdenes de Emilio Bonelli.

«En esa época se podían contar los españoles con los dedos de las manos», dice Sidahmeh sentado en uno de los sofás de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, construida en los años 40 por los españoles en Dajla. Por el edificio, nos acompaña también Mohamed Fadel, de 46 años; más conocido como Pouh. Otro de los garantes de la memoria española en la ciudad y guardián del centro de culto desde hace décadas.

‘Saharaui y español’

Pouh contrajo la polio con 3 años y fue derivado por la Sección Femenina a Canarias, donde pasó parte de su infancia. De esas tierras le queda un grato recuerdo y un marcado acento. Regresó en 1981 a Dajla, donde su padre había sido cabo de la Policía Territorial. Pouh, que preside una asociación para minusválidos, lo tiene claro: «Soy saharaui y luego español; así es como me siento».

«Queremos salvaguardar nuestros lazos con España; un pueblo no es nada si borran sus huellas, su pasado», opina mientras se queja de que Marruecos no ha respetado la huella que dejó España en esta ciudad de su ex colonia.

Entre otras razones, porque en Dajla no quedaron protegidos los bienes del Estado español con un depositario como sí que sucedió en El Aaiún (capital administrativa del Sahara Occidental), sigue Pouh, que guarda aún en la Iglesia celosamente libros de la época y banderines de las tropas del Sahara Occidental.

«El Acuerdo Tripartito dejó la ciudad en manos de Mauritania en 1976, luego pasó a Marruecos el 14 de agosto de 1979, entonces España perdió la propiedad», apunta el guardián de la Iglesia. Un batallón de las filas marroquíes, continúa, se apoderó de Nuestra Señora del Carmen ese mismo año «y derrumbaron una parte del edificio», en obras de restauración desde el pasado Ramadán «gracias a la ayuda del Vaticano y algunas asociaciones de cariz religioso».

Sin embargo, la capilla resultó intacta, «sólo falta un Cristo grande que ahora está en Fuerteventura y tres campanas que creo que están en Gran Canaria», se enorgullece Pouh mientras enseña las carcomidas cuartillas donde negro sobre blanco han quedado escritas las letras que se cantaron durante años en misa y que descansan junto a un niño Jesús (esculpido en barro) sobre las teclas del viejo órgano.

Ahora son pocos los que se acercan a esta Casa del Señor. Una vez al mes acuden los Padres destinados en El Aaiún a atender a la comunidad católica y protestante. «Puede que vengan 4 personas a misa como 20, como ninguna».

En los pasillos lucen algunas fotos del año 53 en las que se levanta en medio de una casi virgen Dajla la pequeña Iglesia frente al fuerte de Bonelli. «La Unesco pidió que no lo tiraran, pero no dejaron ni una piedra y han destinado a ese espacio una plaza con un monumento de la Península de Dajla», según Pouh.

Resiste el viejo cine

La primera ciudad, en 1942, se componía de la escuela, la mezquita, el mercado, algunas casas para comerciantes y los ‘frig’ (conjuntos de jaimas). Las casas siguen en pie cerca de la Iglesia y detrás del antiguo cine español, el Lumen (por Luján y Méndez, los socios que lo pusieron en marcha) en 1963, relata Sidahmeh.

El edificio donde vio ‘El último tren’ sigue en pie, pero ya no se sienta nadie en sus butacas. Entre las rejas de su puerta principal, se descubre su abandono y se intuyen aún algunos carteles de títulos árabes o franceses. «Cuando se fue España lo compró Mohamed Lamine, un notable de la época, que sigue siendo su propietario».

En la ciudad, además, siguen en pie todavía el Hospital Militar (que sigue destinado a sus funciones), el antiguo Colegio La Paz (ahora escuela 14 de agosto), un instituto que ha pasado a llamarse Hassan II o el cuartel de la Legión. «Tiraron también �da fe Sidahmeh- la Casa del General, que se ha vuelto a levantar pero han hecho una mera imitación»; su padre trabajó allí como ordenanza.

En Dajla, que significa bahía, siguen luciendo también dos faros de la época, uno de los años 20 y otro de los años 70, testigos como Sidahmeh y Pouh de los tiempos en los que los españoles convivieron con los hombres del desierto.

Los Reyes Magos, la Legión y el Padre Tacoronte

Los viejos recuerdos de la época española de los saharauis Sidahmeh Brahim Burhi y Mohamed Fadel tienen aún incluso nombres. Sidahmeh se acuerda de los profesores José Antonio o Indalecio Hurtado. Y del Padre Tacoronte, «que se parecía a Jesucristo y que nos descubrió el cine mudo». Tampoco olvidará nunca que hasta los años 60 no llegaron a Dajla los primeros Land Rover. «Mi padre compró uno por 270.000 pesetas; hasta entonces nos movíamos con camellos». A este sexagenario también le vienen a la cabeza las chicas españolas «con sus rebecas y sus misales en las manos» camino de la Iglesia, y las Hermanas Pili y Mili, Fórmula V, Rocío Dúrcal o Lola Flores. Los desfiles de la Legión en el fuerte o los caramelos cayendo en sus manos en la Caravana de los Reyes Magos, en cambio, se grabaron en la memoria de Fadel.

Este post es copia del publicado por el diario EL MUNDO en http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/14/internacional/1318613741.html

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