Hace unos años recorría las carreteras de la Costa del Sol para transportar a viajeros y desde hace unos días sirve como biblioteca y club de lectura para cientos de menores que sobreviven en los campamentos de refugiados saharauis. La Empresa Malagueña de Transportes (EMT) y Automóviles Portillo adaptaron un autobús para su uso como bibliobús con el afán de transportar cultura al desierto del Sáhara.
Donde antes había asientos, ahora hay estanterías repletas de libros, mesas y sillas donde poder leer y un ordenador que controla el préstamo de los ejemplares. El proyecto ha contado con el apoyo de los trabajadores de la EMT, tanto de los talleres donde han convertido el vehículo en un lugar para acoger libros y disponer de espacios para estudio y lectura, como de dos conductores, que han sido los encargados de llevarlo hasta la población de Smara, en el Sáhara Occidental.
Uno de ellos es José Ramón Rodríguez, quien por unos días cambió el volante del bus de la línea 22 en la capital malagueña para recorrer unos 2.600 kilómetros, la mayoría por caminos intransitables entre las dunas argelinas, y superar numerosos puestos de control hasta llegar a los campamentos.
El objetivo es que el bibliobús llegue a los colegios de Smara y se convierta en un complemento educativo para los jóvenes saharauis, en un vehículo didáctico cuya particularidad despierta el interés y la ilusión de unos niños desesperados por escapar de su rutina.
«El castellano es el segundo idioma que se habla en los campamentos y ya que el Instituto Cervantes sigue ignorando a los saharauis, las asociaciones se encargan de difundir nuestra lengua. Los niños viajan cada verano a España con sus familias de acogida y aprenden rápido el español», explica Rodríguez. Junto al bibliobús, también llevaron más de 2.500 libros, material escolar, entre ellos mochilas, ordenadores, impresoras y telescopios, sillas, mesas, medicina, ropa, zapatos, utensilios de cocina y nueve bicicletas plegables.
El día que embarcaron para cruzar a África conocieron la noticia del secuestro en el Sáhara de los dos cooperantes españoles y una italiana, pero Rodríguez y su compañero en la EMT, Pedro Aranda, se habían propuesto llevar todo el material humanitario a su destino. «Nos dijeron que no había peligro y dieron el visto bueno al viaje. Había controles policiales por todos lados, pero nunca pasamos miedo. Ha sido muy gratificante recorrer tantos kilómetros para aportar nuestra ayuda a estas personas que te ofrecen lo poco que tienen», añade.
En un futuro tienen pensado regresar al desierto y uno de sus objetivos es crear una peña del Málaga Club de Fútbol en Smara. «El fútbol es una vía de escape para los niños, que se pasan todo el día jugando descalzos entre piedras. Les llevamos equipaciones del Málaga y 50 balonespara que puedan jugar en la liga local. Pediremos a la Fundación del Málaga que nos echen una mano con el envío de camisetas», subraya.La iniciativa ha contado con la colaboración de la Librería Luces, la ONG Bubisher (http://www.bubisher.com/), la Asociación Tran Bus y la Federación Madrileña de Asociaciones de Amistad con el Sáhara Occidental (http://saharaindependiente.org/)
Este post es copia del publicado en http://www.elmundo.es/elmundo/2011/11/17/andalucia_malaga/1321554686.html