Por Abdulahe Abu Muhammad
¡Oído que no disciernes!
le regañé a mi sentido,
¿qué Mahfud murió el viernes,
el dos de julio? ¿Se ha ido?
La tragedia confirmada,
al hecho nos resignamos,
el sepulcro es la morada
a donde, todos, nos vamos.
Adiós al buen dirigente,
al amigo y al hermano
adiós al hombre decente,
comprensivo y humano.
La perspicacia y mesura,
firmeza de convicciones
aquella idea madura
y esas sanas conclusiones.
La puntualidad segura,
que alcanza allende de los mares,
la convicción que perdura
a pesar de los pesares.
El deber siempre asumido,
nunca se le vio cansado
homenaje merecido
al decente inmaculado.
Victoria o muerte es el lema
que todos hemos clamado,
que en el infierno se quema
quien lo haya renegado.
Sereno y con entereza
la promesa has cumplido,
has llegado con firmeza
al límite prometido.
Los hombres como tu ejemplo,
resistirán al olvido
y estarán como el gran templo
alto, sólido y erguido.
Actores de la historia,
vivos, y cuando se mueren,
vivirán en la memoria
porque sus pueblos los quieren.
En tierra hospitalaria
del digno pueblo argelino,
sepultura legendaria
un hito hacia el destino,
hacia la patria ocupada,
señalas el buen camino
con tu vida dedicada
a defender nuestro sino.
Desgracia enorme tu ausencia,
un pilar hemos perdido.
Dolorosa esta ocurrencia
para tu pueblo querido…
pero cual león herido
al sentirse amenazado,
se vuelve más aguerrido
muy feroz, más avezado
y mantendrá defendido
el histórico legado.
¡Nuestro país invadido
todo será liberado.!